
Sembrar la luna es un ritual ancestral que ha sido rescatado a través del despertar femenino y consiste en devolver nuestra sangre menstrual a la Tierra. Nuestra sangre cíclica es extremadamente fértil, con una potencia nutricional capaz de crear vida dentro y fuera de nuestro cuerpo. Al sembrarla, estamos alimentando la Tierra, agradeciendo y reverenciando nuestra conexión intrínseca con la Naturaleza.
El sangrado cíclico es un símbolo de muerte y vida y, al ritualizarlo, abrimos la posibilidad de decidir conscientemente qué debemos dejar ir y qué podemos crear, desarrollar y recibir con cada ciclo lunar.
El ritual es una invitación a la auto observación, a deconstruir las creencias limitantes creadas por el sistema patriarcal que durante siglos nos ha estimulado a mirar con asco y vergüenza nuestra sangre. Es un símbolo de resistencia y el rescate de nuestra soberanía. Es sobre todo un acto de bondad hacia nosotras mismas, una invitación a mirar con más amor y aceptación para nuestro cuerpo y para lo femenino.





